Hace unos días fuimos a pasar el fin de semana al Parque Natural de la Serranía de Cuenca. Después de haber vivido en Reino Unido 8 años, y haber visitado bosques y bosques, el contacto con la naturaleza se nos hace muy necesario y desde que volvimos a España no habíamos tenido mucho tiempo para ello.
Así que hoy queremos contaros nuestra pequeña escapada con dos peques de 6 y 3 años. ¿Nos acompañas?
Indice de contenidos
Primera parada Cuenca y el MUPA
Salimos de Madrid hacia las 11 de la mañana con el coche cargado de comida para tener un viaje lo más tranquilo posible con los peques. Por suerte la pequeña se durmió rápido y a Mr S le dejamos su MP3 con los cascos inalámbricos así que estuvo entretenido la mayor parte del tiempo.
De camino buscamos un restaurante sin gluten para comer por allí y nos decantamos por el Restaurante San Juan Plaza Mayor. Llegamos a Cuenca sobre la 1 de la tarde y aparcamos en el Parking Calle San Pedro, un poquito más arriba de la Plaza Mayor. Bajamos andando y nos paramos a observar la Catedral y a disfrutar de los edificios de colores de la plaza. Después pasamos a comer al restaurante, donde nos dijeron que eran muy cautelosos con la contaminación cruzada, y allí pedimos un arroz negro para F y para mí y un plato de secreto con patatas para los peques. Todo estaba súper bueno, totalmente recomendable aunque no seáis celiacos. No tenían ningún postre casero sin gluten así que pedimos un par de tarrinas de helado.
Una vez fuera, y aprovechando que las casas colgantes están al lado, fuimos a verlas. El entorno es espectacular, pudimos observar aves rapaces y cuervos, y el puente de San Pablo, pero lo que más nos gustó fue el paisaje de alrededor. Los peques estuvieron jugando un rato en un parque infantil cercano y nosotros nos sentamos en un banco a disfrutar del momento y del sol.
Hacia las 16 de la tarde nos dirigimos al MUPA (Museo Paleontológico de Cuenca). Los peques no sabían nada así que pudimos disfrutar de sus caras de asombro y felicidad cuando vieron el despliegue de dinosaurios que tienen en la entrada. Podemos decir que, de momento, es el museo que más nos ha gustado de los que hemos visitado en España.
La entrada al museo cuesta 5€ para los adultos y los peques entran gratis. Hay que llevar mascarilla durante todo el recorrido. Se pueden hacer fotos de todo excepto de las piezas que están dentro de las vitrinas. En él podréis observar fósiles, de plantas y animales, en el que no podían faltar huesos de dinosaurios gigantes, como los titanosaurios. Además hay representaciones de dinosaurios (y hasta un cocodrilo) a escala real que conseguirán tener entretenidos a vuestros hijos durante un buen rato. Otra cosa que nos encantó fue «La Cueva» donde pudimos observar pinturas rupestres y nosotros mismos hicimos un dibujo a través de un ordenador.
Aquí podéis encontrar los horarios del museo.
La visita duró unas dos horas y a la salida fuimos a jugar un rato al parque infantil del museo. ¡Estuvimos un buen rato disfrutando de la tirolina!
Como ya era de noche nos dirigimos a Uña, observando el cielo lleno de estrellas…
Segunda Parada Laguna de Uña y La Ciudad Encantada
Tardamos unos 45 minutos en llegar a nuestro alojamiento: un complejo de cabañas a los pies de la Laguna de Uña llamado Aire Cuenca. Cogimos una cabaña de madera para 4, que constaba de dos habitaciones y un sofá cama, y una cocina pequeña que nos permitió cocinar todos los días.
Al haber llegado de noche no pudimos disfrutar de las impresionantes vistas que teníamos hasta la mañana siguiente. Tras desayunar, nos pusimos la ropa de abrigo (hacía bastante frío) y fuimos a dar un paseo alrededor de la laguna. Había muchas zonas congeladas, así que nuestros retoños se pasaron un buen rato rompiendo charcos de hielo con palos mientras nosotros mirábamos estupefactos la bandada de buitres leonados volando libres encima de nosotros. Después nos dirigimos al observatorio de estrellas, donde se puede leer un cartel que explica que Uña, entre otras zonas de Castilla La Mancha, ha sido declarado parque astronómico por su baja contaminación lumínica. También visitamos la Ermita de la Virgen del Espinar, y después de pasear un rato más, fuimos a comer a la cabaña.
Más tarde nos dirigimos a ver la Ciudad Encantada. Tardamos unos 15 minutos en llegar desde Uña. Una vez allí aparcamos en el parking y fuimos directos a comprar unos guantes a la tienda que hay fuera porque hacía mucho frío 😂. Además había nieve y los peques no podían resistirse a cogerla y tirarnos unas cuantas bolas. Después de comprar la indumentaria, compramos las entradas libres, y pasamos dentro del parque.
La Ciudad Encantada es una formación de rocas kársticas de hace más de 90 millones de años y fue declarada Sitio Natural de Interés Nacional en 1929.
Las entradas cuestan 5€ para los mayores de 12 años y los menores de 7 pasan gratis. La entrada se compra en taquilla, no hay venta online. Los fines de semana se ofrece la opción de hacer la visita con guía por 1 euro más.
Os dejo aquí el enlace para ver los horarios del parque. La ruta es circular y tiene un recorrido de 3km. Los aseos están fuera del recinto.
Una vez dentro fuimos siguiendo las señales que nos llevaban de una formación rocosa a otra, perdiéndonos a ratos por otros caminos, buscando cacas de jabalí (que había muchas) y sus huellas. El entorno es espectacular, genial para pasearlo con niños y disfrutar del aire puro. La zona que más nos gustó fue la del tobogán (una de las formaciones rocosas) y la del mar de piedra. Hacia mitad del recorrido la peque ya estaba cansada y nos tocó llevarla a cuestas parte del camino por lo que si tenéis mochila de porteo os recomendamos que la llevéis. El recorrido con carrito puede ser un poco complicado por algunas zonas.
Tardamos en hacer la ruta completa unas dos horas y media siguiendo el ritmo de las peques. Una vez fuera, nos dirigimos al parking y fuimos directos a nuestro último destino de ese día: el Mirador del Embalse de la Toba. Estábamos tan cansados que decidimos ver el embalse desde el mirador, aunque un poco antes del mirador se puede aparcar el coche y seguir un camino hacia el embalse. El paisaje, como llevábamos viendo desde que llegamos, era espectacular.
Volvimos a la cabaña y descansamos…
Última parada: Las Majadas
Una vez dejamos el alojamiento nos dirigimos a los Callejones de las Majadas. Los Callejones son formaciones rocosas de Karst y están formadas de tal manera que puedes caminar y perderte entre ellas como si fuesen auténticos callejones.
Cuando lleguéis encontraréis un parking y desde ahí se puede comenzar la ruta. Hay una ruta circular para todos los públicos y varias con distintos niveles de dificultad. Nosotros no seguimos ninguna senda en concreto ya que no íbamos a estar mucho tiempo, así que decidimos perdernos por los alrededores un poco. Para nuestra sorpresa, poco después de empezar, ¡nos encontramos con una vaca tomando el sol! También encontramos huellas de ciervos y jabalíes.
El sitio nos gustó mucho, incluso más que la ciudad encantada. Estamos acostumbrados a «perdernos» por los bosques de Reino Unido, y en los callejones tuvimos esa sensación de libertad para poder explorar por donde quisiéramos. Tenemos pensado volver para conocerlo un poco mejor, quizá esta primavera cuando no haga tanto frío.
A la vuelta, un grupo de buitres leonados nos acompañaron parte del camino.
Y lo mejor de todo es que como los peques acabaron cansados de nuestro paseo matutino, se durmieron los dos en el coche y pudimos hacer el camino de vuelta a casa sin parar, en silencio. La guinda final para un viaje genial.
Por último comentaros que justo a al lado de las cabañas Aire se encuentra el Centro de Interpretación de la Serranía de Cuenca. Cuando fuimos estaba cerrado pero si vais en primavera tendréis unas vistas muy bonitas de la laguna.
¿Habéis estado alguna vez por esta zona? ¿Nos aconsejáis alguna zona cercana para descubrir?
M&F